En el contexto político chileno, las discusiones sobre el rol y el comportamiento de los parlamentarios han sido recurrentes y, a menudo, críticas. Un episodio destacado fue la carta abierta de Manuel Riesco a Camilo Escalona, donde recuperó el término “cretinismo parlamentario” para analizar la desconexión entre ciertos sectores del Congreso y las necesidades reales de la ciudadanía.
Riesco argumenta que este concepto, acuñado originalmente por Karl Marx, sigue siendo relevante para entender por qué algunos líderes políticos se encierran en lógicas internas y debates burocráticos, perdiendo de vista los problemas concretos que enfrentan los ciudadanos. Según Riesco, el “cretinismo parlamentario” se manifiesta cuando los legisladores anteponen intereses partidistas o personales sobre el bienestar común, generando desconfianza y frustración en la sociedad.
La carta a Camilo Escalona no solo fue una crítica directa, sino también una invitación a la reflexión profunda sobre el papel de la política en la construcción de una democracia efectiva. Riesco plantea la necesidad de que los representantes recuperen la humildad y el sentido de servicio público, priorizando la escucha activa y el diálogo honesto con la ciudadanía.
Estos debates son clave en momentos donde la legitimidad de las instituciones está en cuestión y la ciudadanía demanda mayor transparencia y compromiso. La discusión propuesta por Riesco invita a revisar y fortalecer la conexión entre el Parlamento y las necesidades reales del país, promoviendo una política más ética y cercana a la gente.
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