La frase “vamos a ver” captura perfectamente la incertidumbre que marcó la economía global en 2020. La pandemia trajo consigo una serie de desafíos sin precedentes, forzando a empresas, gobiernos y ciudadanos a adaptarse a escenarios cambiantes. En Chile, las expectativas económicas se vieron alteradas no solo por las restricciones sanitarias, sino también por la volatilidad de los mercados internacionales y la caída de la demanda global.
En este contexto, la capacidad de anticiparse a lo que viene se volvió limitada. Los analistas económicos, tradicionalmente confiados en sus proyecciones, debieron adoptar una actitud más prudente. En vez de respuestas definitivas, lo único seguro era la necesidad de observar, analizar y ajustar planes conforme surgían nuevos datos.
La lección para el futuro es clara: la flexibilidad y la resiliencia son más importantes que nunca. Ante situaciones complejas, la disposición a decir “vamos a ver” no es signo de debilidad, sino de realismo y adaptación.