n Chile, el Crédito con Aval del Estado (CAE) fue presentado como una solución para que miles de estudiantes pudieran acceder a la educación superior. Sin embargo, basta mirar los números y los beneficiarios reales para notar que, en la práctica, quienes más han ganado con este sistema no han sido los estudiantes ni sus familias, sino los bancos.
A través del CAE, los bancos aseguran una rentabilidad prácticamente garantizada, ya que el Estado se convierte en aval de los créditos otorgados a los estudiantes. Si un estudiante no puede pagar, es el fisco quien responde. Este esquema trasladó el riesgo de los bancos hacia el Estado, es decir, hacia todos los contribuyentes, mientras que las instituciones financieras siguen cosechando utilidades sin asumir mayores riesgos.
La crítica principal es que el sistema no resolvió el problema de fondo: el alto costo de la educación y la falta de un modelo realmente inclusivo y justo. En lugar de impulsar una reforma profunda, el CAE consolidó un negocio multimillonario para la banca, a costa de endeudar a generaciones enteras de jóvenes profesionales.
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Es momento de replantear el rol del Estado y la banca en la educación, priorizando el bienestar social por encima del interés privado. El debate sigue abierto y exige una discusión honesta sobre las verdaderas consecuencias del CAE.