La palabra “usura” suena antigua, casi medieval, pero en realidad es un tema más actual de lo que muchos creen. Hoy, gran parte de la cartera bancaria está compuesta por créditos que aplican tasas de interés altísimas, superando en muchos casos los límites del sentido común y poniendo una presión enorme sobre las familias y pequeñas empresas.

En abril de 2011, por ejemplo, estos préstamos representaban 14,4 billones de pesos, es decir, un 14% del PIB chileno. No es poca cosa. Este nivel de endeudamiento, junto con tasas que rozan o cruzan la usura, solo hace más difícil la vida de quienes menos tienen, atrapándolos en un ciclo de deuda del que es complicado salir.

El tema no es solo local. En distintas economías, tanto desarrolladas como emergentes, la facilidad para obtener crédito rápido va de la mano con mayores riesgos de impago y quiebras personales. No es casualidad que el sobreendeudamiento esté directamente vinculado a las burbujas y crisis que vemos de manera cíclica en los mercados financieros.

Para entender cómo el endeudamiento insostenible y las prácticas bancarias dudosas afectan a la economía global, te invito a leer el análisis sobre el fenómeno del ficticio crecimiento económico y su impacto real.

El desafío es encontrar un equilibrio que permita el acceso al crédito, pero con reglas claras y justas. Mientras no se regule la usura de manera efectiva, el sistema seguirá beneficiando a unos pocos, a costa del bienestar de la mayoría.

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